que no se siente nada
cuando el sentimiento se ha fugado
como el breve humo de una cerilla raspada.
Qué no sienten los que rasgan
de las paradas de ómnibus
los retratos de los prisioneros en Gaza
Qué no sienten sus manos
de lo que les queda en las uñas
al rasgar los ojos en el papel pegado.
Qué sienten sus sandalias sigilosas
a la madrugada.